Conocí a Ana en 2011, cuando las clases las impartía en el salón de su casa. La experiencia, esa vez, fue corta pero intensa, pero como no hubo oposición ese año, dejamos de vernos. En septiembre de 2013 nuestros caminos se volvieron a juntar, tampoco habría convocatoria en Murcia ese curso pero yo tenía claro que quería prepararme bien para cuando la hubiera. Como ya conocía su manera de trabajar, no dudé un momento en llamarla. Me animó a presentarme en otra comunidad y así lo hice, llevo ya siete años de funcionaria de carrera gracias a ella.
Su profesionalidad, su sabiduría, su pasión por la enseñanza, su meticulosidad y exigencia hacen que el nivel de las clases sea altísimo, y si a eso unimos el cariño, la dulzura y la tranquilidad que te “inyecta”, el cóctel es perfecto.
Ana me enseñó a comentar, a “desenmascarar” el texto, a disfrutar escribiendo y a dejarme llevar. Creyó en mí desde el primer momento.
Su éxito no es casualidad, es una realidad.
Gracias, Ana, por tanto.